PUERTAS DE SEVILLA.
La ciudad de Sevilla ha estado amurallada desde los años de la dominación cartaginesa. En esta época eran muros de madera y barro. Los romanos la sustituyen por otros de piedra y añadieron las puertas y los torreones de vigilancia. Estas puertas servian tanto para acceder a la ciudad, como para detener la entrada de los enemigos , las enfermedades, las epidemias y para evitar las inundaciones que causaban las crecidas del Guadalquivir. En el año 913, Abderraman III mandó destruir las murallas. Se volvieron a levantar, más fuertes y más anchas, durante el imperio almohade(1023) para prevenir los ataques de los cristianos. Median más de 7 kilómetros y tenía 166 torreones, 13 puertas y 6 postigos. En el diseño original no eran grandes arcos, eran salientes del muro en cuyo lateral se abría un acceso acodado y sin ninguna decoración. Es el clásico diseño en recodo, propio de la cultura islámica. Daban un sentimiento de protección a los vecinos. Se abrían a la salida del sol y estaban ab