'PUERTA DE LA CARNE.

El origen de esta puerta está en la época romana, y junto con la de Carmona era la única entrada a Sevilla que se siguió usando después de la ampliación de la muralla que hicieron los almorávides.

En esta época se la llamó Minjoar o Bib Ahoar, según algunas fuentes en memoria del maestro alarife musulmán que la construyó, y según otras hace referencia al nombre de un importante miembro de la comunidad hebrea de la ciudad.

Con la conquista de Sevilla por Fernando III el Santo, esta puerta quedó dentro del barrio judío, por eso se la llamó también Puerta de la Judería. Era la única salida que tenía este barrio al campo (actualmente la Avenida Menéndez Pelayo). Por ahí se iba al cementerio judío que se colocó en esa zona porque cumplía los tres requisitos que exigía la ley judía para su emplazamiento: ser tierra virgen, ser un terreno inclinado y estar orientado al este.

También se la llamó Puerta de las Perlas (Bab-Chauar) y Puerta de la Carne, por su proximidad a un matadero que estaba fuera de la muralla, cerca de la antigua Huerta de Espantaperros, y que se edificó durante el reinado de los Reyes Católicos. Por aquí entraba en la ciudad la carne que iba a la Plaza de la Alfalfa, donde  estaban las Carnicerías Reales.
 Este matadero fue inmortalizado por Cervantes en su obra "El coloquio de los perros". Dijo que era uno de los tres sitios que le quedaban al rey por ganar en Sevilla, y allí hizo nacer a uno de los protagonistas, Berganza.

Junto a este edificio estuvo la primera Escuela de Tauromaquia, que se fundó en tiempos de Fernando VII (siglos XVIII-XIX), ya que para llevar las reses al sacrificio había que emplear lances propios del toreo.

Se supone que esta puerta estaba situada en el cruce de las calles Sta María la Blanca con Cano y Cueto. A unos 100 m de ella se encontraba una mezquita que luego fue sinagoga, y hoy es la iglesia de Sta María la Blanca, dedicada a Nuestra Señora de las Nieves.

No hay ninguna documentación de como era en tiempos de los árabes. Durante el medievo era una sencilla torre-puerta en recodo o un arco entre dos torres. Estaba en la lista de Hernán Ruiz II, de 1560, para eliminar los accesos en recodo.

En 1576 fue reconstruida por orden del Asistente Francisco de Zapata, conde de Barajas, según un trazado del arquitecto Asensio de Maeda, que la reformó al gusto manierista.

Estaba formada por un alto y robusto arco moldurado y de un frontispicio sencillo y sin adornos. Bajo el arco, en el interior, había una tribuna con altar.

En el frente externo se colocó una placa dedicada a Felipe II con unos hermosos versos en latín sobre la historia de Sevilla, parecida a la de la Puerta de Jerez:

"Condidit Alcides,renovavit Julius urbem. Restituit Christo Ferdinandus tertius heros."

"Hércules la construyó, Julio Cesar la reparó y el héroe Fernando III la conquistó para Cristo."

En el frontón interno había otra placa dedicada a los santos sevillanos Isidoro y Leandro y también al conde de Barajas.


En 1696 se le hizo una gran obra para remediar ciertos graves defectos que presentaba.

Esta puerta era un punto importante de encuentro de mercaderes, por eso estaba abierta todo el día, por el gran trasiego comercial que tenía esta zona.
Por esta puerta salieron de Sevilla las tropas napoleónicas en Agosto de 1812, y aquí se puso una barricada durante la revolución cantonal que supuso el levantamiento popular tras la proclamación del Cantón Andaluz el 18 de Julio de 1873, por las fuerzas del general Pavía.

En Marzo de 1864 se decretó su derribo por problemas urbanísticos, y fue llevado a cabo por el arquitecto Manuel Galiano.

El nombre de esta puerta sigue en el vocabulario cotidiano de los sevillanos debido a la importancia que tuvo este lugar durante cientos de años, además existe una calle en la zona con este nombre, Puerta de la Carne"



Actualmente una imagen de como pudo ser  su aspecto se muestra en la maqueta existente en la planta baja del Ayuntamiento de Sevilla.

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